Capítulo 1
—No gracias Luciano. — rechace la comida que me habían dado, ya ni ganas de comer tiene uno pensando en los problemas de todos los días.
Me llamo Joanne Jarrel, mi madre murió cuando yo era pequeña y aún a mis 16 años no lo puedo superar. Mi padre es una persona muy buena y comprensiva pero sus años y su enfermedad no ayuda mucho con mi crianza.
En este momento estoy sentada en la mesa de mi casa rechazando cada plato que me sirve un amigo de mi papá, no puedo comer sabiendo que a la única persona que tengo en este mundo le quedan pocas horas de vida.
—Vamos, tienes que comer algo pequeña. — dijo el castaño sentándose a mi lado.—No quiero.—Te enfermaras. — me advirtió.—¿Qué sentido tiene? Mi papá ya no estará y si me enfermo moriré y seré feliz allá arriba y no aquí sola.—No seas pesimista. — dijo mientras acomodaba un pelo que caía por mi frente. —Eres hermosa y me da mucha tristeza verte mal.—No puedo estar bien si mi papá esta al borde de morir y no se con quien quedare.—Con alguien que pueda cuidarte muy bien, eso lo decide asistencia social.
No pudimos seguir hablando ya que la tos incontrolable de mi papá interrumpió la charla.
—Quédate afuera. — me ordenó cerrando la puerta de la habitación de mi papá.
Me senté en el piso a pensar que iba a ser de mi cuando ya no tuviera a mi papá, cuando todo fuera mi peor pesadilla mas que mi vida.
—Lo siento mucho. — dijo abrazándome.—Dime que no murió. — me levante y corrí hacia donde estaba mi papá acostado en su cama. —¡No papá!. — exclame agarrando su mano. —Habla, vamos, no te iras, dime que te quedaras y que todo estará bien cuando despierte, si es un sueño.—No lo es. — dijo Luciano sosteniendo mi otra mano.—¡NO! — grite desbordando en lágrimas.
Todo mi mundo se vino abajo al escuchar esas dos palabras “lo siento”. Desperté entre cajas y polvo por todas partes.
—¿Qué sucede? — pregunté a un hombre que llevaba una caja.—Alista tus cosas pequeña. — me dijo sonriendo tiernamente.
Me desespere, ¿alistarme? ¿A dónde me va a llevar? Me puse un short y una camiseta, unas sandalias y levante mi cabello. Salí al pasillo y se llevaban absolutamente todo. ¿Qué ocurría aquí?
—Ven. — me dijo una mujer de pelos oscuros. —Soy Araceli y seré quien te llevara con alguien que cuide de ti.—No. — dije corriéndome de su lado. —Yo me quedare aquí en mi casa.—Amorcito, debes estar a cargo de un mayor. — me advirtió. —Solo arma tus valijas.
¡Bien! No le haría un escándalo a la vieja pero ya tenia decidido que a mis 18 me iría de la casa donde estuviera conviviendo.
Con dos valijas en mis manos salí a donde la mujer cargo mis cosas.
Anduvimos cerca de 30 minutos y nos detuvimos en un gran salón pintado con gris por el lado de afuera.
—¿Qué es este lugar? — pregunté mientras ella bajaba mis valijas.—Solo ven conmigo y trae tus cosas.
Perfecto, no solo soy huérfana si no que también estoy con una extraña y me iré a vivir con otros extraños. Entramos y me hizo subir a una habitación.
—Es ella. — le anunció a dos hombre y una mujer que se encontraban allí.—Hola. — salude con gracia y uno de los hombres tomó mi mano y depositó un beso en ella.—Hola pequeña. — me dijo la mujer desde su sillón.—Hola. — saludo sin ni siquiera mirarme el otro hombre al lado de la mujer.—Deja tus cosas aquí. — señalo un rincón y ponte algo de ropa presentable, luego baja.
Se retiraron todos dejándome completamente sola. Abrí mi valija y saque un jean y una blusa de encaje negra, unas sandalias y solté mi pelo. No se que pasa aquí que debo estar “presentable”. Cerré mi valija nuevamente y baje.
Me encontré con mucha gente sentada en sillas blancas de plástico y un hombre al frente hablando.
—Oh aquí estas. — dijo Araceli tomándome del brazo.
Me llevo tras una cortina y me dijo que cuando llamaran mi nombre debería salir a donde el hombre hablaba.
—Joanne. — nombraron finalmente y me levante para ir hacia allí.
Me sentaron en una silla frente a todos y me miraron todos, me sentí bastante invadida.
—100 pesos. — dijo una mujer del fondo.
¿Me están subastando? Oh por dios, pensé que me adoptarían no que me subastarían.
—¿Qué? — dije fuertemente y dos hombre de seguridad se pararon a mis costados.
Ya no tendría escape alguno.
—$300. — dijo uno mas al costado.—$350. — ¿Qué tan poco valgo?—$500.—$800. — nombró una mujer mas atrás.
Ya iban por el $1000 y no se cuando acabaría.
—$3000. — se levantó un chico de unos 20 años y alzó la mano.
Se quedo todo en silencio.
—¿Nadie más? — dijo el hombre del frente. —VENDIDA.
Okay ahora si se venia lo peor. La gente comenzó a retirarse y rogaba porque el chico no apareciera.
—Hey espera. — me dijo de mal modo cuando amague a irme de ahí. —Tu te vienes conmigo.
Solo me hicieron buscar mis valijas y subirme al auto con el hombre.
—Bien. — dijo encendiendo el motor. —Nos vamos.
Me quede callada todo el camino, no tenía intenciones de hablar con este tipo.
—¿Cómo te llamas?—Joanne y ¿tu?—Rubén… — dijo sin despegar los ojos del camino. —Rubén Doblas.
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