Capítulo 5
—Oh, vaya preciosura te haz conseguido. — dijo sonriéndonos a ambos.
—Si. — dijo Rúben estúpidamente.
—¿Cuántos años tienes? — preguntó.
—19, ella tiene 19. — dijo nerviosamente.
—Ah están bien de edad. ¿Desde cuando estas con ella que yo no sabia nada?
—Desde hace nueve meses pero no quería apurar las cosas ni presionar a nadie así que creo que ahora si se pueden conocer.
—¿Y mamá sabe?
—No. — sonrió dedicándome su mirada únicamente a mí.
—Ohh ¿y tus padres pequeña?
—No tengo padres. — dije bajando la mirada.
—Si. — dijo Rúben estúpidamente.
—¿Cuántos años tienes? — preguntó.
—19, ella tiene 19. — dijo nerviosamente.
—Ah están bien de edad. ¿Desde cuando estas con ella que yo no sabia nada?
—Desde hace nueve meses pero no quería apurar las cosas ni presionar a nadie así que creo que ahora si se pueden conocer.
—¿Y mamá sabe?
—No. — sonrió dedicándome su mirada únicamente a mí.
—Ohh ¿y tus padres pequeña?
—No tengo padres. — dije bajando la mirada.
—Ah perdona, yo en serio lo siento.
—Descuida esta bien. — forcé una sonrisa.
—Descuida esta bien. — forcé una sonrisa.
—Entonces me imagino que si me la presentas. — dijo mirando a Rúben. —Ya se acerca algo bueno ¿no?
Más le vale a este hombre que no hable de casamiento porque yo no estoy dispuesta a casarme a los 16 aunque el crea que tengo 19.
—Por supuesto. — sonrió Rúben. —¿No amor? — me volvió a dedicar su mirada.
—Si, es cierto. — respondí fingiendo amor y ternura por Rúben.
—Bueno, ya luego arreglamos para que conozcas a la madre de Rúben y hablamos sobre esto. No les quito mas tiempo, ya tienes que irte a casa ¿cierto? — le sonrió a su hijo.
—Claro. — respondió él. Me levanté de la silla.
—Bueno, ya luego arreglamos para que conozcas a la madre de Rúben y hablamos sobre esto. No les quito mas tiempo, ya tienes que irte a casa ¿cierto? — le sonrió a su hijo.
—Claro. — respondió él. Me levanté de la silla.
—Cuídense.-agregó el padre de Rúben mientras besaba mi mejilla.
Rúben volvió a tomarme de la mano mientras salíamos de la oficina. Entramos en el elevador y lo solté de repente.
—¿Qué diablos fue eso? — dije exaltada.- Rúebn si piensas que me casaré contigo estas muy equivocado. — le advertí.
—Yo nunca dije eso, cállate. — dijo nervioso.
Caminamos hasta su oficina.
—Ya nos vamos. — me avisó apagando la computadora. —¿Puedes llevarme esa carpeta? — preguntó tomando una cantidad de papeles increíbles.
—¿Qué diablos fue eso? — dije exaltada.- Rúebn si piensas que me casaré contigo estas muy equivocado. — le advertí.
—Yo nunca dije eso, cállate. — dijo nervioso.
Caminamos hasta su oficina.
—Ya nos vamos. — me avisó apagando la computadora. —¿Puedes llevarme esa carpeta? — preguntó tomando una cantidad de papeles increíbles.
—Claro. — dije tomando la carpeta.
Salimos del edificio y subimos a su auto.
—Prometiste buscar mi computadora, si me comportaba y si lo hice. — le reclamé.
—Si, a eso vamos ahora. — respondió sin dejar de mirar el camino.
Salimos del edificio y subimos a su auto.
—Prometiste buscar mi computadora, si me comportaba y si lo hice. — le reclamé.
—Si, a eso vamos ahora. — respondió sin dejar de mirar el camino.
Llegamos a un centro comercial y me hizo elegir una computadora. Elegí una hermosa notebook en distintos tonos de rosados. Al llegar a casa Rúben dejó todo sobre la mesa y se tiró en un sillón, yo por mi parte corrí escaleras arriba para aprender a usar mi nueva computadora.
Luego de que descargué la batería para cargarla 24 horas como indicaban las instrucciones, baje por algo de comida.
—Rúben, tengo hambre. — dije desde las escaleras.
—No se que podemos almorzar, Rosalie no esta. — dijo preocupado mientras se levantaba del sillón.
—Cocina tú.
—Como si yo supiera. — dijo haciendo una risita. —Cocina tú.
—No se nada de cocina. — reí. —¿Por qué no intentamos cocinar los dos?
Luego de que descargué la batería para cargarla 24 horas como indicaban las instrucciones, baje por algo de comida.
—Rúben, tengo hambre. — dije desde las escaleras.
—No se que podemos almorzar, Rosalie no esta. — dijo preocupado mientras se levantaba del sillón.
—Cocina tú.
—Como si yo supiera. — dijo haciendo una risita. —Cocina tú.
—No se nada de cocina. — reí. —¿Por qué no intentamos cocinar los dos?
—Si eso quieres. — dijo divertido.
Luego de que nos pusiéramos delantales y me levantara el pelo en un rodete, decidimos hacer pizzas caseras.
—¡Rúben! — grite riendo. —Estas ensuciando todo.
—¡Rúben! — grite riendo. —Estas ensuciando todo.
—No es mi culpa que ese huevo prefiera estar en el piso. — ambos reímos. —Toma. — me paso harina.
—Gracias.
Seguimos haciendo lo que pudimos hasta que Rúben comenzó a tirarme harina en la cara.
—¿Qué haces? — grite escupiendo harina al piso.
—No quería tirarte en la boca. — rió.
—Ahora veras Doblas. — dije agarrando el recipiente lleno de harina.
El comenzó a correr dejando huellas de harina por toda la sala, la cocina y el comedor. Cuando lo alcancé fue victima de una lluvia de harina.
—Ya basta. — dijo riendo. —No me tires mas.
Seguimos haciendo lo que pudimos hasta que Rúben comenzó a tirarme harina en la cara.
—¿Qué haces? — grite escupiendo harina al piso.
—No quería tirarte en la boca. — rió.
—Ahora veras Doblas. — dije agarrando el recipiente lleno de harina.
El comenzó a correr dejando huellas de harina por toda la sala, la cocina y el comedor. Cuando lo alcancé fue victima de una lluvia de harina.
—Ya basta. — dijo riendo. —No me tires mas.
—Te lo merecías. — corrí hacía la cocina.
Luego de la guerra de harina y las ocurrencias tontas de Rúebn, terminamos de hacer una pizza.
Mientras el limpiaba el piso de la cocina, la sala y el comedor, yo me encargaba de preparar la mesa y limpiar los recipientes sucios.
—Esta buena. — dijo tomando una porción.
Mientras el limpiaba el piso de la cocina, la sala y el comedor, yo me encargaba de preparar la mesa y limpiar los recipientes sucios.
—Esta buena. — dijo tomando una porción.
—Bastante. — lo secundé.
—Lo mas gracioso es que ninguno de los dos sabemos cocinar y nos salió bien. — me sonrió.
Después de todo Rosalie tenía razón en todo, él es buena persona pero no tiene afecto entonces no sabe como dar afecto a los demás.
Cuando terminamos de almorzar levantamos la mesa juntos y limpiamos toda la suciedad de los platos.
Después de todo Rosalie tenía razón en todo, él es buena persona pero no tiene afecto entonces no sabe como dar afecto a los demás.
Cuando terminamos de almorzar levantamos la mesa juntos y limpiamos toda la suciedad de los platos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario