martes, 17 de noviembre de 2015

Quédate Conmigo (Adaptada)



Capítulo 14


Dijiste que me ibas a llevar a casa —protestó Joanne.
—Y te voy a llevar a casa —detuvo el coche, bajó y abrió la puerta de Joanne—. A mi casa.

Esta trató de resistirse, pero Álvaro la levantó en brazos y la hizo olvidar lo que iba a decir. La llevó hasta la puerta de su taller, introdujo la llave en la cerradura y empujó con la cadera..
¡Álvaro Herreros, bájame de aquí ahora mismo! —exigió Joanne cuando por fin recuperó el habla.
—No —denegó él. Luego la llevó al despacho, encendió la luz y la sentó en una silla—. Quédate sentada y escucha, Joanne Smith Hamilton. Y presta atención, porque lo que voy a decirte no se lo he dicho nunca a ninguna mujer y no pienso repetirlo.



Joanne se acomodó en la silla, enojada e intrigada al mismo tiempo, y guardó silencio.
Nunca he tenido la necesidad de dar explicaciones a nadie —arrancó Álvaro agitado—. Lo que hago, lo que haya hecho, sólo es asunto mío.Niall...
—Me gustan las mujeres —prosiguió éste sin permitir que Joanne lo interrumpiera—. No pienso disculparme por eso.
No te estoy pidiendo...Calla y escucha. Me gustan las mujeres y he salido con muchas; pero eso no significa que me haya acostado con todas ellas. A pesar de lo que pareces pensar de mí, en realidad me he acostado con muy pocas, y nunca fue un rollo de una sola noche. Todas las mujeres con las que he estado han significado algo para mí —aseguró Álvaro , mirándola a los ojos—. Y tú me importas, Joanne. Desde que nos vimos en el supermercado, he sentido algo por ti. No niego que en parte te desee y no pienso pedir perdón porque quiera acostarme contigo. Al menos soy sincero, que es más de lo que tú estás siendo conmigo.¿Qué quieres decir?Sabes muy bien lo que quiero decir. Tú te sientes tan atraída hacia mí como yo hacia ti. Ni tú ni yo queremos ser simples amigos, pero tú no tienes el valor de reconocerlo —repuso Álvaro —. ¿Quién te ha hecho tanto daño que no te deja vivir ni sentir?, ¿fue tu marido?Fue antes de que me casara, Álvaro —contestó Joanne con los ojos cerrados, para que no se le saltaran las lágrimas—. Yo era joven... me dejé llevar por la emoción del momento... pero sólo fue...

No podía decirlo. Se negaba a convertir la noche más maravillosa de su vida en algo chabacano.
Por favor, Joanne — Álvaro se arrodilló frente a ella y le agarró las manos con delicadeza—. ¿Intentas decirme que tuviste una aventura de una noche?, ¿es eso?

Joanne asintió y él la levantó de la silla, se sentó y la colocó sobre su regazo.
No puedes castigarte tanto por algo así—Prosiguió Álvaro —. Son cosas que pasan.No a mí, no a la pequeña Joanne Smith. Nunca había hecho algo parecido; ni lo he vuelto a hacer —dijo ella con la voz quebrada—. Pero eso no es todo; sucedió tan rápido... fue tan inesperado que....¿Que qué?Me quedé embarazada.
—¿Tyler? —preguntó Álvaro, estupefacto.
—Sí.
—¿Y el padre de Tyler? —quiso saber Álvaro, al tiempo que le daba un beso en la frente.
El no... —Joanne se quedó sin palabras.
—¡Cerdo asqueroso!
—No —se apresuró a decir ella—. Por favor, no me hagas más preguntas; sólo créeme: él no tuvo la culpa de nada.

A pesar de lo peligrosa que podía ser la conversación, Joanne estaba segura de que Álvaro no sospecharía nada. Imaginaba que al día siguiente se arrepentiría, pero, en esos momentos, sobre el regazo de Álvaro, el día siguiente no existía; no había pasado ni futuro... sólo presente.

Se sentía segura al amparo de sus brazos, los cuales la rodeaban con ternura y delicadeza. El calor de su cuerpo la estaba derritiendo y el aroma de su loción de afeitar le penetraba los pulmones y despertaba un instinto primitivo imposible de postergar.
Querías la verdad —arrancó Joanne, después de girarse hacia él, al tiempo que le desabrochaba la camisa e introducía una mano bajo los pantalones de Álvaro —. Pues aquí la tienes. Quiero hacer el amor contigo. Quiero sentir tu boca sobre mis labios, tus manos sobre mi piel... y sobre todo, por encima de todo, quiero sentirte dentro de mí.

Por un interminable segundo, Álvaro juró haber oído mal, haberse imaginado que Joanne le había pedido hacer el amor con él. No acertaba a moverse ni a decir palabra, temeroso de que, de hacerlo, despertara de un maravilloso sueño.
Bésame, Álvaro . Por favor —lo presionó ella, al tiempo que le acariciaba una mejilla.



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