martes, 2 de febrero de 2016

Quédate Conmigo (Adaptada)



Epílogo


La primavera llegó pronto a Mullingar. En el jardín de Jordi y Elsie florecían tulipanes rojos y amarillos, petunias blancas que prometían un espectacular despliegue de belleza en las siguientes semanas.


Coincidiendo justo con la boda, pensó Joanne mientras se balanceaba en una mecedora de Elsie y acariciaba la cabeza del pequeño Nathaniel, moreno como su hermana Nicole, de ojos azules a diferencia de los de él, de color negro.

Elsie mecía a Nicole en los brazos, junto a Joanne. Si se quedaba embarazada en los siguientes dos o tres meses, pensó ésta, también ella tendría un bebé en primavera.

Álvaro le había prometido una boda por todo lo alto: por la iglesia, con la familia y los amigos. Todavía no podía creerse que había dimitido de su trabajo y que un camión de mudanza le estaba trayendo sus pertenencias desde Londres...

No podía creerse que de veras fuera a casarse con el hombre al que había amado toda su vida, se dijo sonriente.


De pronto oyó a Tyler reírse y sonrió aún más todavía. Había sido un poco embarazoso explicarle que Álvaro era su papá de verdad; pero lo único que le había importado al pequeño era que iba a quedarse en Bradford y que tenía un papá al que adoraba.

—Mamá, mira lo que hemos pescado —gritó Tyler de repente, el cual apareció secundado por Álvaro y Jordi—. Tío Jordi dice que vamos a limpiar la trucha para que no os mareéis viendo la sangre.
—¡Qué detalle! —Comentó Elsie—. Parece que os quedáis a comer — añadió, dirigiéndose a Joanne, quien consideraba ya a Elsie como una verdadera hermana, más que como una amiga.
—¡Qué raro! —exclamó entonces Jordi, al oír el timbre de la puerta—. ¿Esperas a alguien, Elsie?
—Debe de ser la señorita Walters. Me pidió que contara mi experiencia como madre en el Club de Mujeres —respondió en tono resignado.
—Si quieres abro yo y le pongo cualquier excusa —se ofreció Joanne.

Y, en efecto, con el pequeño Nathaniel aún en brazos, se levantó, abrió la puerta... y se quedó-perpleja:
¡Alejandro! —exclamó al ver a Alejandro, tan guapo y fuerte como siempre.
—Vaya con la pequeña Joanne Smith! —exclamó Alejandro a su vez—. Álvaro me había dicho que habías cambiado, pero no me hacía una idea de hasta qué punto... Entiendo que este renacuajo es de Jordi y Elsie, ¿verdad? Ni siquiera Álvaro puede acelerar ese proceso —añadió con picardía mirando con pavor al bebé.
—Se llama Nathaniel —lo informó Joanne—. ¿Por qué no entras y conoces a su hermana?

Alejandro la siguió y, al verlo llegar, Elsie se quedó tan asombrada como Joanne anteriormente.

—¡Alejandro Bravo!, ¿cuándo has llegado? —le preguntó cuando por fin encontró la voz para hablar.
—Hace un rato —contestó mientras miraba a Nicole—. He alquilado una casita por el río.
—Voy a avisar a Jordi y a Álvaro —dijo Elsie—. Nicole, cariño, dile hola a tío Alejandro. Mamá vuelve ahora mismo.

Y, antes de que. Alejandro pudiera protestar, Elsie le puso a la pequeña en el brazo derecho. Joanne le guiñó un ojo a su amiga y puso a Nathaniel en el otro brazo a Alejandro.

—Oye... esperad... volved —protestó éste, mientras las dos mujeres se alejaban.
—Esta por no haber venido a nuestra boda—bromeó Elsie.
—Fíjate, tan grande y con miedo de un par de bebés —comentó Joanne, sonriente—. ¿Crees que tiene posibilidades?
—Siempre se tienen posibilidades —aseguró Elsie—. Mira a Jordi y a Álvaro —añadió sonriente.
—¿Qué pasa con nosotros? —preguntó Jordi, seguido por Álvaro y Tyler, los cuales acababan de salir de casa.
—Tenemos compañía, muchachos. Ha venido el tercero de los Chicos Malos —anunció Joanne.
—¡Bravo! —exclamaron Jordi y Álvaro al unísono.
—En carne y hueso —dijo Elsie—. Pero más vale que os deis prisa o se desmayará sujetando a los bebés.

Jordi y Elsie avanzaron hacia el jardín para darle la bienvenida. Álvaro empezó a seguirlos, pero luego se detuvo un segundo, agarró a Tyler con una mano y a Joanne con la otra y, antes de recibir a Alejandro, la besó.

—¡Qué bueno es estar en casa! —murmuró contra los labios de ella.

Tyler soltó una risotada al ver que su mamá se ruborizaba y ésta sonrió feliz... Feliz para el resto de sus días.



FIN



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