martes, 7 de junio de 2016

La Bella y la Bestia (Adaptada)



Capítulo 4


Me quedé balanceándome en la silla y mirando la oficina de Rúben, estaba aburrida y no tenía nada que hacer. Deseaba volver a casa para por lo menos usar la computadora.

¿En casa hay piscina? — pregunté mirando mis pies.
Si. — dijo secamente.

Seguí mirando mis pies y moviéndome en la silla hasta que en la puerta se escucharon tres golpes secos.

¿Quieres que abra? — pregunté haciendo el intento de levantarme, pero el negó con su cabeza y se levantó.
Buen día señor Doblas. — sonrió una morena del otro lado de la puerta.
Hola Lizzie. — hizo una mueca.
Aquí tienes los papeles que pediste el otro día. — le entregó una carpeta.
Gracias. — sonrió.

La mujer dio media vuelta y se retiró dejando a Rúben ver su trasero.

Depravado. — susurre y el cerró la puerta cuando volteó.
¿Cuál es tu problema? — rió sentándose en la silla nuevamente.
Eres un asqueroso.
¿Por qué?
Porque encima de que ella voltea para dejarte ver su trasero tu la miras descaradamente, hombre tenías que ser.
¿Es que a ti nadie te mira así? — dijo riendo.
¿Qué te importa eso a ti? — lo mire feo.
Apuesto a que lo que necesitas es un novio. — rió para luego mirar la computadora.
No molestes. — agregué.

Sonó el teléfono y Rúben respondió apretando un botón.

Señor Doblas, su padre quiere verlo en su oficina ahora. — dijo una voz.
Okey ya voy. — dijo levantándose.
¿Me dejaras sola? — me levanté de la silla.
No quiero que vayas, quédate aquí.
¡Rúben! — reproché. —Quiero ir, no me gusta estar sola.
Bueno, vamos. Pero no quiero que pronuncies palabra alguna.

Salimos de su oficina y subimos al elevador.

Si te comportas, luego pasamos a buscar tu computadora. — me sonrió tiernamente, raro en él. Sólo sígueme la corriente ¿si? — asentí pero no entendí en que debía seguirle la corriente.

El elevador abrió sus puertas y caminamos hasta una puerta, Rúben tomó mi mano y yo abrí mis ojos al tope.

¿Se puede? — dijo golpeando la puerta y desde adentro se sintió un “ADELANTE HIJO”

Nos adentramos en la oficina más grande que había visto en mi vida, cuando Rosalie dijo que era un hombre de mucha plata no exageraba. El que parecía ser el padre de Rúben me miró y analizó de arriba abajo.

Ella es Joanne. — me presentó Rúben ante su padre.
Es un placer. — le sonreí mientras el tomaba mi mano para luego depositar un beso en ella.
El placer es mío. — me devolvió la sonrisa. No se podía negar que era el padre de Rúben, pues los gestos y los rasgos de la cara eran iguales.
¿Y bien? — dijo Rúben conduciéndome hasta una silla. ¿Qué necesitabas? — preguntó a su padre. —Siéntate Joanne. — le hice caso, el soltó mi mano y rodeó la silla para apoyarse poniendo sus manos en mis hombros.

Su padre se movió hacía el otro lado del escritorio y se sentó.

¿No quieres tomar asiento? — le ofreció a su hijo.
No gracias. — sonrió forzadamente. ¿De que querías hablar?
Mira hijo. — dijo entrelazando sus dedos. —Voy a viajar el mes que viene, por trabajo y no estaré en la empresa por dos meses. — Rúben abrió los ojos.  —Y es más que obvio que quedarás al mando de esto por esos dos meses.

—¿En serio? — dijo algo emocionado. ¿Haré lo que tú haces?
Si, luego te pasaré todas las indicaciones. — le sonrió tomando unos papeles. ¿Quieres firmar? — los apoyo en el escritorio.
Claro. — dijo Rúben tomando un bolígrafo y leyó por un momento, luego firmo.
Y bien… — hasta las mismas palabras de Rúben utilizaba el hombre. — ¿Quién es esta belleza? — se refería a mi, por la forma en que me miraba.
Ella es mi novia. — dijo Rúben con cierta felicidad en su voz.
¿QUÉ? ¿SU NOVIA? — pensé exaltada pero intenté que no se notara en mi rostro, pues ahora entendía porque me pidió “que le siga la corriente”.



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